"Donde hay Paz, hay Cultura donde hay Cultura, hay Paz". Nicholas Roerich.


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'Yo disfruto la experiencia del milagro y la vitalidad que tengo en mi cuerpo'

martes, 23 de septiembre de 2014

OTOÑO









Llega el otoño con lo típico de él… La depresión post-vacacional, la vuelta al cole, la vuelta a los horarios más largos, el día más corto,… Y nos sentimos raros, raros, raros… Pues todo tiene una explicación energética… El concepto de que los cambios de estación afectan significativamente al bienestar humano fue desarrollado y recogido por la medicina china tradicional que tiene miles de años de antigüedad. Esta energía o vibración que podemos notar a nivel externo se refleja también en nuestro cuerpo, sus ritmos y necesidades. Por eso es importante aprender a sentirla, para equilibrarnos con el medio en el que vivimos. Con esta recopilación de datos quiero ayudar y conseguir personalmente también superar esta “rareza” del otoño.


El otoño se divide en dos fases claramente divisibles: La primera, FINAL DE VERANO / VERANO TARDÍO y la segunda, OTOÑO PROPIAMENTE DICHO.


FINAL DE VERANO / VERANO TARDÍO: 


Es una etapa de transición entre el verano y el otoño, no voy a incidir en los meses, ya que en cada hemisferio terrestre comprende meses distintos. Se caracteriza por una meteorología más inestable, la llegada de las primeras tormentas, un ligero acortamiento del día y noches algo más frescas.


Su nombre proviene del dios egipcio Atum que simboliza el sol que se oculta en la tierra. En ambos hemisferios, el otoño es la estación de las cosechas, por ejemplo, del maíz y el girasol. En la literatura, el otoño, en sentido figurado, representa la madurez. Durante el otoño, las hojas de los árboles caducos cambian y su color verde se vuelve amarillento y amarronado, hasta que se secan y caen ayudadas por el viento que sopla con mayor fuerza. A partir de esta estación, la temperatura comienza a ser baja.


En la antigua filosofía y medicina chinas esta etapa recibe el nombre de elemento o energía Tierra. El otoño es el tiempo de preparación para el período de descanso del invierno. En este momento del ciclo anual la energía se mueve en una dirección descendente, estabilizándose, recogiéndose y centrándose. Es un movimiento que permite realizar una transición suave desde la energía de expansión, dispersión y relajación del verano hacia la energía de máxima contracción y concentración del otoño. El verano tardío es el momento ideal para empezar a prepararse para el otoño: es justo ahora, en esta etapa de transición, cuando más efectivas serán las medidas que tomemos de cara a los meses fríos. Es una oportunidad única que nos ofrece la Naturaleza para hacernos fuertes ANTES de que lleguen las primeras “embestidas” serias del frío y la falta de luz. Es el momento de empezar a calentar, centrar, calmar y estabilizar nuestro cuerpo, dejando atrás la energía más rápida, superficial y expansiva del verano. Por tanto, es importante empezar a eliminar los alimentos más típicamente estivales como frutas y verduras crudas, zumos, bebidas frías y ensaladas, que son depurativos y producen un efecto de apertura y enfriamiento del cuerpo, pasando a platos más consistentes, nutritivos y templados, que nos centren, refuercen y estabilicen. Así conseguiremos crear el centro y la fuerza necesarios para afrontar los meses fríos. Hay que aprovechar los primeros descensos de temperatura para empezar a tomar sabrosas sopas, guisos, estofados y en general platos más calientes y ricos en nutrientes.


Si seguimos comiendo como en pleno verano, lo más probable es que aparezcan los resfriados típicos del otoño. El frío interno que crea la alimentación de verano en nuestro cuerpo se suma al frío ambiental, dando como resultado un exceso que debe ser regulado y eliminado en forma de resfriados, diarreas, fatiga, desánimo… Así que cuidado con las dietas que hacen llevar todos estos tipos de alimentos todo el año… Se debe y se puede mantener una dieta con una alimentación equilibrada con cada estación del año.


Según la Medicina Tradicional China, el otoño está relacionado con los pulmones, estómago y con el intestino grueso así como con la constitución metal, una de las cinco opciones básicas (teoría de los cinco elementos) en las que podemos clasificar al conjunto de los seres humanos (las otras son: madera, fuego, tierra y agua).


Es el momento de las calabazas, boniatos, castañas… alimentos que tradicionalmente se preparaban asados, obteniendo así todo su dulzor natural. Estos alimentos representan muy bien la energía del verano tardío, pues otorgan fuerza y calor, pero sin contraer o tensar demasiado el cuerpo, ya que su dulzor produce un efecto de bienestar y satisfacción muy relajante. Además, son alimentos de colores amarillo-anaranjados, las tonalidades que equilibran el estómago, bazo y páncreas, estos órganos se tonifican y equilibran con el sabor dulce natural de las verduras redondas como calabazas, coles, coliflor, brécol, remolacha, cebolla o coles de Bruselas, y con el de las legumbres y cereales integrales como el mijo, arroz, avena o quinoa. La dieta de otoño deberá ser más rica, más completa y más calórica que en primavera para poder prepararse para el frío del invierno. En otoño es recomendable ingerir más alimentos que regulen la actividad intestinal, como cereales integrales, frutas o fibra vegetal. El clima otoñal aconseja la sopa, la de verduras y cebadas ayudarán a mantener el calor. La sopa de calabaza es realmente buena para los intestinos. Los cereales integrales contienen mucha vitamina B, su contenido en celulosa ayuda a los intestinos, pues estimulan una buena eliminación.

Para desintoxicarse en esta estación, una semana, aproximadamente a base de zumos a principios de la mitad del otoño proporcionará una gran energía y ayudará a eliminar cualquier riesgo de enfermedad. El otoño, es la estación de la uva, fruta muy desintoxicante que armoniza el cuerpo y, actúa como tónico para los pulmones y el intestino grueso.


OTOÑO PROPIAMENTE DICHO: 


Hacia finales de octubre (hemisferio norte) o finales de abril (hemisferio sur), entra de verdad el otoño con descensos más pronunciados de las temperaturas, más lluvias y un claro acortamiento del día.
La energía del otoño sigue la línea descendente iniciada con el verano tardío, pero más acentuada, entrando la Naturaleza en una fase muy clara de contracción, concentración y enfriamiento de la energía.

Nosotros notamos que todos esos cambios externos nos afectan física y psicológicamente. Si la transición del verano tardío ha sido correcta entraremos en esta fase renovados; veremos que, tras la relajación del verano, recuperamos el ritmo activo normal e incluso notaremos un impulso emprendedor, con nuevos planes y proyectos de cara al invierno. En cambio, si no hemos dado a nuestro cuerpo los alimentos y cuidados necesarios para adaptarlo a las nuevas condiciones puede que los cambios nos cojan desprevenidos y nos desequilibren, tanto a nivel físico (fatiga, falta de energía, resfriados y molestias de tipo respiratorio, alergias…), como a nivel psicológico (melancolía, tristeza, apatía o depresión).
Necesitamos remineralizar, reforzar, calentar y contraer ligeramente el cuerpo, reponiendo las reservas de nutrientes (básicamente, minerales y grasas) que hemos perdido durante el verano, preparando así nuestro organismo para que pueda conservar el calor y la energía en los días fríos. Ya habíamos empezado a reducir el consumo de frutas crudas y ensaladas y a introducir alimentos más consistentes y cocinados. Ahora esta tendencia se acentúa con predominio de platos más calientes y alimentos más concentrados. En esta fase, junto a las calabazas y boniatos del verano tardío, aparecen ya verduras como el brécol, coliflor, col, coles de Bruselas, nabos… verduras frondosas y consistentes, que dan lugar a guisos y estofados muy satisfactorios, ideales para el otoño. Los colores blanco y verde y la energía más concentrada de estas verduras limpian y refuerzan los pulmones y el intestino grueso, órganos que en Medicina Tradicional China se asocian al otoño. El sabor picante, que podemos encontrar en algunas raíces como los rábanos, en verduras como cebollas, cebolletas, puerros y en condimentos como el jengibre, ajo o mostaza, tonifican estos órganos, ayudando a fluidificar y expulsar las mucosidades que a veces se acumulan en ellos. El arroz integral y legumbres de color blanco como el judión y las alubias blancas son también ideales para tonificar la energía de pulmones e intestinos.


HIERBAS MEDICINALES:


El ajo, es una importante ayuda para los pulmones, facilita también la limpieza y la curación, utilizado desde hace siglos en muchas culturas. Intentar tomar al menos dos dientes al día, machacados, mezclados con agua o un zumo, o dos cápsulas de ajo dos veces al día. Es un buen limpiador corporal, y una útil hierba preventiva.


Raíz de Jenjibre, es un potente estimulante diario para obtener más calor corporal y aclarar los pulmones.


Cáscara sagrada (Rhamnus purshiana), tonifica el intestino grueso por su efecto laxante.

TERAPIAS BENEFICIOSAS: 


Colónicas: las irrigaciones, también llamada hidroterapia intestinal, es un modo muy beneficioso de limpiar con agua el intestino grueso.


Acupuntura: muy efectiva para tratar afecciones respiratorias y digestivas típicas de la constitución metal como: rinitis, sinusitis, bronquitis, asma, estreñimiento, colitis, etc.


Homeopatía: es de gran ayuda junto con los oligoelementos, especialmente el azufre y manganeso y, la combinación de manganeso y cobre.


Meditación: son importantes los beneficios de la meditación para calmar y clarificar la mente. Las respiraciones profundas favorecen que las emociones, tensiones, y frustraciones, salgan a superficie, lo que provoca relajación y una mente más clara.





 


Documentación:

http://editorialalaire.es/articulo/297/el-otono

http://es.wikipedia.org/wiki/Oto%C3%B1o

http://www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=449


tradiciondebrujas.blogspot.com

 martash.tresw.com



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