Egipto vive su primer día sin Hosni Mubarak tras 18 días de protestas que han acabado con el régimen. La tranquilidad, las dudas y la esperanza se mezclan a primera hora con las peticiones de que el 'rais' sea juzgado y los rumores sobre su marcha de Egipto. La plaza de la Liberación, epicentro de las protestas, recupera poco a poco la normalidad, los militares han empezado a desmontar las barricadas y la gente se organiza para limpiar el lugar. Existe una sensación de misión cumplida entre los egipcios, que sin embargo no descartan volver a las protestas si el nuevo Gobierno no cumple con sus promesas democráticas. En el Parlamento, otro de los lugares donde se ha acumulado la tensión en los últimos días, las barricadas ya han desaparecido. El tráfico en toda la ciudad recupera el bullicio y el ruido habituales.
Los egipcios han demostrado en 18 jornadas extraordinarias que la unión entre las nuevas redes sociales y las viejas manifestaciones puede derribar cualquier muro. La libertad se ha abierto ante ellos dulce, enorme, casi inabarcable. Fueron pacientes, constantes y pacíficos ante los últimos zarpazos de la tiranía, y han triunfado: Hosni Mubarak,dictador durante 30 años, ha dimitido y huyó hacia su mansión de Sharm el Sheij, en el mar Rojo. Con el colofón de que Suiza congeló pocas horas después buena parte de su fortuna, estimada en varios miles de millones de euros.
"Mabruk, Mabruk!", felicitaba un soldado al borde de las lágrimas a un anciano con galabeya (túnica) y turbante que se abrazaba a él. A su alrededor todo era rojo, blanco y negro. Los colores de la bandera ondean por cualquier rincón, asoman por las ventanillas de los coches o decoran los rostros.
Desvanecimientos, ataques de nervios y torceduras han tomado el relevo a las heridas de bala y las pedradas. Egipto entero canta y baila. Los clásicos sirven para cualquier ocasión: "Nuestra canción habla del pueblo, de los pobres que no tienen nada pero lo pueden todo y luchan por su libertad, porque son fuertes y tienen convicciones y dignidad", gritaba Samer Maher mientras sus amigos bailaban con los brazos alzados chasqueando los dedos al compás de una canción de Said Darwish.
"Es el mejor día de mi vida". "Es lo que siempre quise para mis hijos"."Tengo 27 años y nunca pensé que podría elegir al próximo presidente. En unas elecciones libres, en democracia.... Este es solo el primer paso, mañana estaremos otra vez en Tahrir". Todo el mundo tiene una historia que contar esta noche en la plaza Tahrir.
En los tanques, los soldados tratan de contenerse mientras de todas partes surgen espontáneos que les besan o cubren con banderas. En la entrada de un puesto de zumos un hombre insistía en invitar a un jugo de caña a dos militares de escaso mostacho a los que sacaba varias cabezas.
El Ejército ha asumido temporalmente el poder, con la promesa de una "transición pacífica" hacia "una sociedad democrática". El papel de los militares en la victoria que los egipcios celebran ha sido considerado fundamental por un pueblo que puso en ellos sus esperanzas, pero temió por un momento haberse confiado demasiado. Durante los primeros minutos los jóvenes soldados no se atrevieron a unirse a la celebración, pero el pueblo empujaba fuerte y no fueron capaces de mantener la serenidad mucho tiempo. Sin perder el control de la situación, manteniendo las identificaciones y los cacheos, los militares terminaron uniéndose a la fiesta.
La ola de cambio en el mundo árabe que empezó en Túnez se extiende ahora a Argelia donde está prevista una manifestación masiva para esta mañana.
El país ha empezado a caminar hacia un futuro lleno de esperanzas. No puede esperar un camino fácil, pero el primer paso ha constituido un momento casi aéreo de orgullo y euforia. La algarabía se extendió durante todo el día de ayer como una fuerza imparable capaz de arrasar un régimen. Las voces se alzan con la convicción, esta vez, de haber puesto un pie en la Historia.
FUENTE: www.elpais.com
Al contrario de Túnez, el dictador Mubarak, se resistió a dejar su cargo. y desplegó su último aliento de poder para mantenerse a flote. A consecuencia de esto, en Egipto se creó un frente entre los seguidores de Mubarak y los anti-Mubarak, lo cual provocó una guerra campal que dividió al pueblo egipcio en dos, los seguidores de Mubarak respaldados por el ejército., claro, pero con una minoría que no tenía nada que hacer ante los revolucionarios. La consecuencia de esto han sido 18 días de manifestaciones, que provocó muertos y heridos. Egipto ha sido la cruz de una revuelta, Túnez la cara, al ser una transición más pacífica, pero esto no termina aquí, se ha abierto un frente que seguramente, los gobernantes de los países árabes no habrían imaginado nunca. Pero el pueblo evoluciona, reacciona, y todo cambia sin que nadie lo pueda frenar.
Esperemos que lo ocurrido en Egipto, no se repita en otros países que están al borde de la explosión del pueblo y que sus gobernantes no se opongan tanto como el presidente Mubarak, que por no ceder a la fuerza del pueblo, causó bajas entre los ciudadanos egipcios, un orgullo que no le sirvió de nada finalmente.