Después de un largo tendido sin escribir, os voy a contar mi Semana Santa 2010, con mi colega Carlitos, cómo no.
Nos decidimos a ir de nómadas, buscando cada noche, un lugar bonito donde poder pasarla, sin gastarnos dinero en el alojamiento, nuestro objetivo era el pernoctar entre la naturaleza, sin dañarla en absoluto, ya que hay que dejar el lugar donde has estado como lo encontraste, nada de basurillas, ni rastros humanos...
En fin, que la primera noche, después visitar el pueblo de Gúdar y de parar en un lugar bonito (aunque lindaba con un coto de caza, que no me dio buen rollo) y que estaba cercano a la carretera... Decidimos pasar la noche en un área recreativa, que el año pasado ya vimos, situada junto a la carretera que lleva a Alcalá de la Selva, la cual visitamos de nuevo, para volver a ir a la oficina de turismo y al castillo.
El área recreativas nos sorprendió muchísimo, ya que tenía una zona para hacer fuego, con luz, y con un enchufe con el cual encendimos hasta mi ordenador, para probar y poner música, y funcionaba, pero es que lo más fuerte, es que pillábamos internet, pero super mal, aunque eso no nos importaba, porque veníamos a estar en contacto con la naturaleza.
En fin, que sorprendidos por las instalaciones, ya que tenía hasta una farolilla que nos hizo mucho papel, pasamos la primera noche, muy a gusto y muy bien, aunque con algo de frío...
Había escarcha en el plástico que íbamos a poner debajo de la tienda, así que por la noche, bajamos de los OºC, normal que tuviésemos frío, congeladicos que estábamos!!
A la mañana siguiente, prontito nos levantamos para ver a dónde nos íbamos a dirigir, ya que no teníamos nada planificado. Fuimos a ver una lagunilla artificial que había en Virgen de la Vega, y en un hotel recopilamos planos de los alrededores, a ver lo que podíamos encontrar guapo.
Finalmente, nos decidimos a visitar el área recreativa que estaba cerca del nacimiento del Río Mijares, muy bonito, la verdad. Allí nos encontramos con mucha gente, y entre ésta, a una pareja valenciana (¡¡Es que estamos en tos los laos!!) que pasaban el día con sus hijos aquí todas las Semanas Santas, y que nos explicaron que el nacimiento no era muy fácil de ver, y que era posible que nos costase de encontrar.
Por estos motivos, tiramos por el cauce del río hacia arriba, hasta que nos apeteció, es un lugar muy especial, la verdad, se bifurca en un punto en dos afluentes, y hay rinconcitos por donde brota el agua de la misma roca. Muy bonito.
Este lugar superó al anterior por muchísimos motivos, el primero era que estábamos completamente metidos en la naturaleza, que teníamos un pequeño porche donde meter la tienda y así evitar que subiese el frío por la noche, y encima, como la gente había venido a hacer su paellita, su torradita... TENÍAMOS FUEGO!! Para aliviarnos del frío por la noche, tocando la guitarrica y disfrutando de lo precioso que es ver la forma del fuego de la barbacoa, hasta nos hicimos unas patatas y unas berengenas en las brasas. Genial.
Y menos mal que encontramos el porche, porque cuando estábamos montando la tienda, casi al anochecer, comenzó a nevar... Menos mal que fueron unos pequeños copitos, que ni cuajaban en el suelo.
Fuimos a Cedrillas, donde repusimos la despensa, y luego continuamos nuestro camino, hacia un destino no planificado.
Buscando, buscando, paramos cerca de Formiche Alto, buscábamos otra área recreativa donde pasar la noche, y topamos con una ermita, muy guapa, donde señalaba una senda de SL (sendero Local, blanca y verde), que nos pusimos a hacer... Al final, estaba señalada como PR (Pequeño Recorrido, blanca y amarilla), y recorría una eterna pista, rodeada de pastos que nos aburrió tanto, que decidimos tirarnos para atrás, aunque las vistas eran preciosas. Finalmente, nos fuimos a ver qué era eso que señalaba en el plano de la Sabina Pinera, que también estaba marcado como SL...
Al final resultó un itinerario muy guapo, aunque con una pedazo pendiente casi vertical, que luego nos lo explicó a la vuelta, de subida, claro, y que nos llevó hasta esto:
En la foto no se aprecia, pero si os fijáis en el nombre, podéis deducir lo que descubrimos, y no os digo nada más, porque es un lugar que vale la pena visitar.
Después de la subida, que nos dejó algo reventaditos, no teníamos muy claro nuestro siguiente destino, ya que la ermita nos nos había gustado para pasar la noche, pero recordamos otra área recreativa que habíamos encontrado con una fuente, en Cabra de Mora y finalmente nos decidimos a quedarnos.
Me encantó el lugar, también tenía un pequeño porche donde meter la tienda, y paelleros para hacer fuego, aunque en esta ocasión escaseaba la leña. Este lugar me hacía sentirme como en casa, ya que me recordaba al Garbí, y al Desierto de las Palmas, porque estaba compuesto por especies de suelo ácido, piedra rodena, que me gusta mucho.
Para terminar exitosamente nuestra Semana Santa, volvimos a Gúdar, y nos pegamos una buena comilona en el restaurante del pueblo al mediodía (hombre, algún caprichito nos teníamos que dar), donde disfrutamos de lo lindo, luego no había quién se moviese de la silla, jejeje.
En fin, que la Sierra de Gúdar, esconde tanto encanto, que seguro que repetimos, y nos sorprendemos con otros lugares mágicos.
Os lo recomiendo, si no lo habéis visitado, seguro que volvéis.